Existe diversos enfoques para el análisis y evaluación de riesgos crediticios; sin embargo, lo que no está en discusión es que todos han ido migrando a modelos dinámicos, dejando atrás aquellos paramétricos de momentum respecto, sea de sectores económicos, de empresas específicas o de orden más macro.
Hace ya varios años que estas evaluaciones vienen muy orientadas a la coherencia cualitativa-cuantitativa entre modelos de negocio en curso y sus indicadores de performance evolutivos. Así mismo, la progresión de industrias tech junto a la transformación digital, definitivamente han movido la aguja hacia nuevas formulaciones radicalmente diferentes.
En este sentido, nuestro diagnóstico de la realidad del mercado latinoamericano abocado a la gestión de riesgos presenta rasgos muy deficitarios comparativamente con los requeridos en estos tiempos. Me refiero en particular a ejecutivos comerciales, analistas de crédito, comités de riesgo y ciertamente también en las áreas de normalización dedicadas a las empresas con incapacidad de pago.
PERO, esta condición tiene además otra cara, la de las empresas, que, independientemente de su tamaño, efectúan presentaciones y solicitudes de crédito de perfil “administrativo”, no aportan referencias de sus modelos de negocios ni ventajas competitivas, se observan serias confusiones en la gestión del capital de trabajo vs el financiamiento de déficits recurrentes, por lo general sus inversiones se fondean con estructuras disarmónicas, y mucho más.