INSOLVENCIA E INCAPACIDAD DE PAGO, ¿dilema legal y/o financiero?

Mayoritariamente se entiende que “insolvencia es incapacidad de pago”.

Así es como está contenido en diversas legislaciones latinoamericanas, porque la normativa ha fungido ambos conceptos – insolvencia e incapacidad de pago, cometiendo un grave error.

Precisiones

La insolvencia puede clasificarse en dos tipos: de liquidez o patrimonial, o en algunos casos ambas conjuntas.

A su vez la incapacidad de pago representada por la iliquidez, hay que determinar si es de corto plazo solucionable con decisiones contingentes (solvente), o de largo plazo, la que requiere un proceso de salvataje real (solvente) o sin solución (insolvente). Pero hay más; la iliquidez de largo plazo no necesariamente trae consecuencias en el deterioro patrimonial, dependiendo de varios factores que no trataré en esta columna.

Fundamentos

Mi fundamento es que para establecer la insolvencia se utilizan criterios legales combinados con indicadores financieros tradicionales cuyas características principales son la rigidez normativa y mediciones estáticas y elementales. Los indicadores más comúnmente utilizados son la razón deuda/capital, liquidez, test ácido, rotación de cuentas por cobrar y el afamado EBITDA, insisto, puntuales. Excepcionalmente se realizan análisis de su evolución previo a la crisis con propósito de comprender las causas fidedignas de ella.

De esta manera se arriba a la conclusión equivocada y peligrosa debido a que el diseño legal se sobre pone al criterio técnico financiero y económico, omitiendo que por definición los negocios son dinamismo puro.

La razón por la que se aplican estas metodologías se debe a que más del 90% de las empresas son sumamente contable-dependientes y las que mejor administración disponen se basan en modelos de control de gestión, pero a su vez, en aquellos típicos que perdieron vigencia hace un “rato”. Por consecuencia no disponen de la información apropiada si no solo de la que han podido obtener. Y la legislación ha sido diseñada con lo que se tiene a mano.

Las escasas proyecciones de escenarios de viabilidad que se observa de los distintos procesos concursales no son sólidas. Porque los ejercicios si bien también son de buenas intenciones, no se sustentan en variables estratégicas acordes a las capacidades propias de las compañías, ni en consideraciones de mercado.

La mirada correcta

La vida real nos ofrece metodologías que permiten construir razones desagregadas y dinámicas, más otras tantas bastante más elaboradas. Todas en conjunto, facilitarían realizar una evaluación integral de causas-efectos, brindando altos niveles de confianza en el diagnóstico y toma de decisiones, concluyendo si el grado de crisis es complicado, complejo, severo o crítico.

Por supuesto, se lograría diseñar legislaciones aplicadas de gran calibre.

Ahora corresponde decir “sin embargo” para situaciones de iliquidez de cortos plazos. La combinación de las siguientes fuentes de financiamiento pareciera ser de las mejores, en opinión de algunos: factoring – ordering – financiamiento de contratos – créditos de capital de trabajo – leaseback – leasing – confirming – líneas de crédito – warrants. Suelen llamarlos “capital de trabajo”.

La experiencia nos dice que se trata de un cocktail explosivo en sí mismo y adicionalmente contribuye a invisibilizar la real condición de solvencia/insolvencia. Consejo: cuídese porque concentrará todas sus obligaciones en el cortísimo plazo y entrará en lo que coloquialmente se llama bicicletear la caja. La publicidad habla de “revolving”. No estoy diciendo que no los use; la mesura y el rigor aplican completamente y un abanico de buenos criterios está disponible para su razonable utilización.

Profundicemos directo al grano: es sano que el capital de trabajo tenga como componente recursos propios. Si las finanzas están exclusivamente cubiertas por este “revolving”, les aseguro que no se trata de capital de trabajo, si no de financiar déficits (iliquedez). En esa condición obviamente que algún componente de riesgo de insolvencia está presente. No deje pasar el tiempo; los espirales financieros no demoran en aparecer y se asemejan rápidamente a los tifones.

No; no me olvidé de los créditos de largo plazo. Estos, que todo empresario quisiera, ojalá con hartos años de gracia. ¿existen aún? Ya lo analizaremos en otra columna.

Recomendaciones

  • La gestión de finanzas siempre será consecuencia del modelo de negocios, el cual actúa condicionando la liquidez, pudiendo llegar a la insolvencia.
  • Siempre será vital – para la vitalidad de la compañía – que una proporción “no menor” de su financiamiento corresponda a capital propio. La insolvencia podría llegar a ser patrimonial.
  • Los resultados deben proporcionar nuevo flujo fresco a la operación. Olvídese del EBITDA como medida de generación de caja. La insolvencia podría provenir de pérdidas subyacentes sucesivas.
  • La gestión financiera es una de las piezas de un modelo de gestión de riesgos; no hay que minimizarla a un simple excel, ni tampoco basarla en la contabilidad. La insolvencia podría generarse en carencias de información relevante.
  • Cuando empiece a sentir “la caja” algo apretada, apriete el botón de alarma y busque las causas.
  • Evite usar expresiones que subliminalmente lo limitan en su diagnóstico; v.gr., los bancos no ayudan, los proveedores no dan crédito, las tasas de interés están altas, el factoring aumentó el descuento. Recomiendo apretar el botón de pánico urgente. Sospecharía que perdió el control de la dirección.
  • Asumir compromisos legales para el cumplimiento de sus deudas siempre será un sello de seriedad. Estoy 100% de acuerdo. Pero cuidado, que este sello por sí mismo no es garantía de su salvación, y, mientras más rigideces contenga, se transformará en un salvavidas de plomo.

 

Jorge Yunis